Pasado y futuro… ¡Vaya par de dolores de cabeza!
Menuda dichosa manía que tenemos siempre por estar comiéndonos la cabeza, en cosas que no tienen solución o que simplemente, no van a suceder.
El pasado.
Pues el pasado, pasado está. Y no hay más.
No hay vuelta de hoja.
No hay posibilidad de cambiar nada. No podemos rehacer lo que ya está hecho. No tenemos una máquina del tiempo que nos sitúe tiempo atrás.
No, no se puede.
¿Verdad que no? Pues no perdamos ni un solo minuto en pensar cómo sería ahora nuestra vida, si hubiésemos hecho esto o aquello de otra forma, o si hubiesen salido las cosas de diferente manera, o si hubiésemos tenido más suerte o menos mala suerte…
Todo el tiempo que destinemos a pensar así, es tiempo desperdiciado.
Sabiendo que lo que ocurrió en el pasado es inamovible, mucho mejor que nos centremos en analizar por qué ocurrieron esos sucesos, de esa forma y con ese desenlace.
Entendamos lo que sucedió y, aprendamos.
Con la lección estudiada y aprendida, podremos evitar que se repita eso que no queremos que vuelva a suceder. O simplemente, lo podremos hacer mejor o de una forma más correcta, que nos lleve a un resultado mucho más de nuestro agrado o que nos haga más felices.
Si con el pasado nos gusta estar dándole vueltas, con el futuro es aún mucho peor.
Con el futuro, es que nos regocijamos.
Ante un nuevo frente abierto, o a veces incluso sin que lo haya, solo por puro masoquismo… no da por empezar a maquinar una lista de “isis”, que nos dejan exhaustas y a las puertas de la desesperación.
¿Y si pasa esto?… ¿Y si pasa lo otro?… ¿Y si voy?… ¿Y si vengo?… ¿Y si mejor no hago nada?… ¿Y si mejor intento hacerlo todo?…
Es cierto que en muchas ocasiones es complicado y difícil tomar decisiones. En esos momentos, no nos queda otra que hacernos preguntas, para poder elegir caminos, en función de las respuestas.
Pero yo me estoy refiriendo a cuando ante un (nuevo) acontecimiento, empezamos ya a preocuparnos en dónde nos llevará todo eso en un mañana, en unos años, o incluso en nuestra siguiente reencarnación.
Para, para, para, paraaaaaaa… echa el freno.
No nos embalemos.

¿Podemos modificar hoy cómo vamos a sentirnos o dónde vamos a estar o qué estaremos pensando, con nuestro YO del futuro?
La respuesta es clara: ¡no!
Solamente podemos gestionar lo que estamos haciendo, pensando, sintiendo… justo en este preciso momento…
Ni antes… ni después.
Centrarnos en el presente y no, en darle vueltas al pasado, nos va a evitar deprimirnos.
Centrarnos en este preciso momento que estamos viviendo y no en lo que sucederá mañana, nos va a ayudar a no tener ansiedad, a darle un portazo en todos los morros, a esa sensación tan angustiosa y nerviosa, que nos aporta el preocuparnos excesivamente en el “qué va a pasar”.
Sé que, a lo mejor, te puede estar pareciendo todo esto mucha palabrería o incluso algo muy redicho, pero te aseguro, por experiencia, que es así… y te voy a poner un ejemplo.
Hoy es domingo y por ciertas circunstancias, mañana lunes sé que seguramente tendré un día muy complicado en el trabajo.
Cuando el viernes supe de estas circunstancias, hice un breve análisis mental, y enseguida me di cuenta que todo lo que tenía agendado para el lunes se había ido al traste y que el día sería más complicado de lo que yo tenía organizado. Pero tuve que seguir trabajando en las tareas que me ocupaban en ese momento.
Hoy domingo, podría estar atacada de los nervios, pensando y dándole vueltas al día de mañana: en cómo saldrá todo, en si será muy agobiante, si podré con todo, si llegaré a casa muy cansada, etc.
Si hiciera todo eso, estaría enfocada en lo que podría o no, suceder mañana… y estaría perdiéndome este ratito tan placentero de escribir y hablar contigo, estaría descuidando a mi gatita que está aquí a mi lado retozando por el suelo, estaría olvidándome de llamar a unas amigas, no estaría centrada viendo la peli que me voy a poner después de comer… En definitiva, estaría desperdiciando el domingo, pensando en cosas que seguramente ni lleguen a suceder…
Mañana, cuando ya sí sea lunes y esté en el trabajo, sacaré mi mejor sonrisa, seré positiva, e intentaré ir gestionando las tareas o las complicaciones que vayan surgiendo, a medida que vayan sucediendo, una tras otra, no varias a la vez teniendo una en las manos y otras tantas en la cabeza…
¿No crees que es mejor así?

Cada cosa en su momento.
Cada momento, cuando llegue.
Lo sé, no es fácil obviar las preocupaciones. Pero te aseguro que si lo consigues, tu vida será más sencilla y asequible, ante las adversidades.
Y de este modo, si tenemos menos momentos tristes, o de preocupación o de ansiedad… automáticamente, tendremos una vida con más momentos alegres…
Porque al final, lo que realmente importa… es ser mucho más felices.
Así que, vamos a dejar de preocuparnos por lo pasado o no pasado y por lo que tenga que venir…
Disfrutemos de verdad, de quienes somos, de lo que tenemos delante y de quienes tenemos a nuestro lado…
No desperdiciemos nuestro valioso tiempo.
Valoremos lo que tenemos hoy.
Querámonos mucho.
Y apostemos por nuestra felicidad.
¿Qué te parece? ¿Te apuntas?
¡Que tengas un feliz día!
Un abrazo con K de KarMa.
➤ Si quieres, puedes ir aquí para ver este post en Instagram y aquí la postal.
Me encantas Karma!!! Es que es lo mismo que yo pienso al final, antes me preocupaba por que pasara el lunes cuando estaba viviendo el domingo. Y así le pasa a mucha gente. Disfrutemos de los lunes, de los martes…..de los viernes….de los domingos….da igual. El caso es vivir el presente. Gracias!!
Hola Mónica!!!
Pues claro que sí. Nos metemos en la cabeza absurdas manías y prejuicios, que nos llevan a nada bueno.
Cualquier día es ideal para que nos sucedan cosas maravillosas.
Así que… a disfrutar del presente!
Un abrazo muy fuerte y gracias a ti 🤎🧡
¡Muy de acuerdo! Cada día se intenta aunque no siempre sale 😉
Pues claro que sí. Además, con la intención y las ganas ya casi se consigue estar a mitad del camino.
Besotes